Cancel Culture, la cultura de la hiper sensibilidad

Cancel Culture, la cultura de la hiper sensibilidad; todo y todos podemos ser víctimas de “vigilantes” hipersensibilizados.

Cancel Culture, la cultura de la hiper sensibilidad donde humor, deporte, tradiciones, libertad de expresión… todo y todos podemos ser víctimas de “vigilantes” hipersensibilizados a los que cualquier punto de vista, opinión, broma o expresión que queramos compartir, puede ser juzgada y a nosotros con ella.

Este fenómeno puede darse en cualquier lugar, plataforma digital y contexto, y es un caldo de cultivo para que personas que nada tienen que ver con tu vida, tus opiniones ni tus valores, te juzguen, te señalen y te condenen, siendo ellos mismos jurado, juez y verdugo.

Antes del fenómeno de las redes sociales, ya existían estos personajes hipersensibles, pero con las redes sociales, encontraron las plataformas perfectas desde las que anidar sus mensajes y señalamientos.

¿Una broma de humor negro? Ni pensarlo. ¿Una crítica sobre algo que está mal o incorrecto? ¡No, no! ¿Dar una opinión basada en tus conocimientos o experiencia? ¡Ni te atrevas!

Y es que estos incorrectamente denominados “abanderados de lo políticamente correcto”, han hecho que en una época en la que es más fácil que nunca compartir conocimiento, opiniones y experiencias, nosotros seamos nuestros propios carceleros y censores. Aquellos que piden tolerancia, son los más intolerantes. No toleran opiniones. No toleran bromas. No toleran críticas, ni toleran errores. Son implacables y despiadados en sus juicios y prejuicios.

Todos conocemos el caso de la Compañere, ¿verdad? ¿Cómo sabe elle que quién se dirigió a elle se equivocó? ¿Como sabe que, al igual que yo, eso del “elle” “compañere” ... al ser ajeno a nuestro vocabulario, todavía no lo tenemos adaptado a nuestro día a día, ya que no lo usamos con la misma frecuencia? ¿Dónde está la tolerancia de le compañere? ¿Dónde está su comprensión?

El lenguaje ha llevado un proceso evolutivo de miles de años para llegar hasta donde estamos. Y sí, quizás sea un lenguaje machista, no lo discuto, pero pedir que el lenguaje que ha llevado tanto tiempo en llegar hasta donde está, cambie radicalmente en tan poco tiempo, es como mínimo, injusto. 

El lenguaje es de quién lo usa, y finalmente, poco a poco, y con las generaciones venideras, seguramente ya tendrán más interiorizado este nuevo lenguaje. De mientras, compañeres, les iría bien ser un poco más tolerantes y comprensives, ¡serían más felices!

Porque el hecho de añadir o cambiar una “e”, no quiere decir que seas más tolerante con les compañeres (dicho por psicólogos), sólo te hace más consciente de los mensajes que comunicas y a quién se los comunicas.

Al igual que un racista, el hecho que no utilice palabras xenofóbicas, no significa que no lo sea.

¡Deja que el humor, sea humor! Recientemente se desató el caso de Dave Chapelle, uno de los grandes humoristas de Estados Unidos, que se vi señalado por la comunidad Trans, como un cómico Transfóbico. A lo que sucedió que, su amiga Transexual salió a defenderlo ante dicha comunidad. ¿Qué hizo la comunidad Trans entonces? ¿Rectificar? ¿Pedir disculpas? ¡No! ¡Cargaron sobre ella!

A los pocos días, ella se suicidó. Como dijo Dave en su especial de comedia, no está acusando a la comunidad Trans de ser la culpable de su suicidio, pero seguro que tampoco ayudó que la lincharan en redes sociales.

Esta hiper sensibilidad, y poca tolerancia atenta contra uno de los derechos fundamentales de la carta universal de los derechos humanos, la libertad de expresión. Poder decir lo que queramos, sobre quién queramos, cuando y como queramos. No estoy diciendo con esto que por ejemplo tengamos que tolerar ciertos mensajes de odio contra comunidades (y como miembro de una minoría víctima de bromas sé de lo que hablo).

Hay que ser inteligentes y saber de dónde vienen esos mensajes. ¿Vienen desde un Stand Up? ¿O vienen desde un meeting político?

No es tanto el mensaje, sino quién y cómo lo dice, y a quién se lo dice, al igual que sólo ofende aquel que puede, no aquel que quiere.

Y es posible que quizás de leer este artículo, alguien con la “piel muy fina” me va a señalar y va a decir quién sabe qué de mí. Lo que sólo demostrará mi punto. Así que adelante, señálame. Porque en esta columna sólo he dado mi opinión, porque puedo y debo según mi derecho fundamental, el de la libertad de expresión. 

¿Pero acaso existe algún derecho en la carta de derechos fundamentales, el de tener derecho a no ser ofendido? ¡No! ¡Porque la vida es ofensiva, y es imposible no ofenderse! No importa si es un chiste, una opinión, un comentario… Sólo basta que no opines lo mismo o que no entiendas el sentido en el que se ha dicho tal cosa, para que te ofenda.

Porque el único modo para no ofenderse es estando muerto. ¿Por qué he dicho “muerto” en lugar de “estar solo”? Pues porqué incluso estando solo, te puedes ofender por estar solo.

Y es que al final… No hay que tener tolerancia con los intolerantes. Cada uno que haga un repaso de conciencia y piense si de verdad es tan tolerante como dice ser.

Por: Adrià Muñoz de Brand Influencers Factory.

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