Las firmas de alta costura se enfrentan al reto de registrar sus diseños digitales en un universo sin precedentes legales
Las casas de alta costura ya no presentan exclusivamente sus diseños en desfiles en vivo, también lo hacen en el mundo virtual conocido como metaverso, y ahora se enfrentan al reto de registrar sus diseños digitales en un universo sin precedentes legales.
Dolce & Gabbana, Tommy Hilfiger o Karl Lagerfeld han sido algunas de las firmas participantes en la primera semana de la moda en el metaverso, celebrada este año en la plataforma de realidad virtual Decentraland.
El objetivo de algunas de estas marcas es mezclar las prendas físicas con las digitales para vestir a los avatares de los metaversos que diferentes empresas están construyendo o de los videojuegos, sector en el que han desembarcado Valentino, Gucci o Balenciaga. De hecho, según Morgan Stanley, en 2030 el metaverso acumulará el 10% de las ventas de lujo, con un valor estimado de 50.000 millones de euros. Sin embargo, este universo presenta numerosos retos legales. El primero está relacionado con cómo proteger de las imitaciones los diseños que no se pueden tocar.
Existen muchas lagunas legales en cuanto a los alcances de los registros en línea del uso de los NFT o propiedades digitales, ya que aún no existen sus clasificaciones en los catálogos descritos en la ley.
Marcas como Pronovias, Hermès y Nike, ya tienen algunas experiencias tratando de registrar sus productos o incluso batallas legales por el uso de sus marcas en el metaverso sin permiso.
De no registrar correctamente la moda intangible, las firmas pueden enfrentarse a pleitos como el del Metabirking, advierte Cristina Mesa, socia de Propiedad Industrial e Intelectual de Garrigues.
En enero, Hermès interpuso una demanda en Nueva York frente a Mason Rothschild, fabricante de los NFT que simulaban el icónico bolso Birkin de la maison francesa. Hermès alega que el artista ha hecho un uso no autorizado de su marca y de la característica forma del Birkin, pudiendo llevar a confusión a los consumidores. En cambio, Rothschild defiende que los NFT no son una copia, sino una creación artística fruto de su libertad de expresión. Aunque aún no se ha dictado sentencia, el mundo del fashion law (derecho de la moda) la espera con interés. “Una cosa es hacer una obra de arte y otra una serie. El problema aquí está en que hay lucro”, apunta Mesa, pues Rothschild llegó a producir cien Metabirkins, que se vendieron por un valor estimado superior al millón de dólares.
Otro de los grandes litigios que vive el sector de la moda digital desde principios de este año es el que enfrenta a Nike con la empresa de comercio electrónico StockX, añade la abogada de Garrigues. La plataforma presentó una colección de NFT inspirada en los tenis físicos, que podían adquirirse comprando el token y canjeándolo por ellos. En un primer momento, Nike argumentó que la plataforma utilizaba su marca sin autorización para vender los NFT, que alcanzaron diferentes precios, llegando a octuplicar el de los deportivos de Nike. Más tarde alegó que algunas de los tenis físicos vendidos por StockX eran falsos. La plataforma, sin embargo, argumenta que no viola los derechos de Nike, que busca “socavar su modelo comercial”.
A falta también del fallo de los tribunales neoyorkinos, esta “conexión entre el mundo físico y el virtual” obliga a proteger las marcas de las falsificaciones “al máximo”, zanja Mariano Santos, socio de Propiedad Industrial e Intelectual de Bird & Bird. No en vano, según los últimos datos de la EUIPO, de 2020, las pérdidas por falsificaciones en España les suponen a las empresas como mínimo 2.200 millones de euros anuales, mientras que en el conjunto de la Unión Europea ascienden a 19.000 millones. Un agujero que, sin una solución preventiva, se hará más grande con el metaverso.