Sorprende con trasfondo la primera jornada de desfiles de Alta Costura en Paris
La moda no solo es frívola e inútil, el valor de la belleza de la alta costura en tiempos de pandemia tiene un trasfondo, aquí el resumen de la semana de la moda parisina
Las propuestas de prêt-à-porter presentadas en la última semana de la moda parisina tienen un curioso punto en común: reflexiones sobre el papel social y emocional de la moda en este presente repleto de incertidumbres.
La pandemia no ha desacelerado la industria, sino que ha redefinido sus prioridades, marcas con línea femenina, como Marine Serre o Y project, se sumaron a la semana de la moda masculina, celebrada hace dos semanas, o firmas de prêt-à-porter que inauguran el calendario de la Alta Costura, como Rabanne, Patou o Alaïa, mostraron sus colecciones para la primavera de 2023.
Con propuestas para reflexionar sobre la identidad en un momento en el que lo digital tiene más presencia que lo analógico. Colecciones como las de Julien Dossena, director artístico de Paco Rabanne, con diseños pensados para protegerse o para atacar, según lo mires.
Un increíble proceso de investigación de materiales, con mezclas de la ligereza del encaje con la contundencia del látex reciclado, a recubrir con silicona chaquetas estilo lady de estampado floreado, a fusionar malla metálica, el emblema de la firma, con seda y a calzar a las modelos con imponentes botas militares de estilo gótico. Convirtiendo esta mezcla de opuestos como “diseño del caos”, una especie de metáfora visual del principio de entropía que encuentra orden en el desorden. “Y del caos surge una idea que siempre me ha interesado, la de la sensualidad de lo radical”, explica Dossena, una idea que el creador traduce en guiños al punk, a la estética distópica a lo Mad Max, al grunge, al estilo raver y demás arquetipos que redundan en el anticanon de lo tradicionalmente bello o, en este caso, sensual.
Mulier encuentra espacio para introducir de forma coherente sus propios códigos creativos, como los abrigos estructurados, dentro del legado de Alaïa, uno de los que más devotos despierta. Y, lo que quizá sea más importante, logra acercarlo a las nuevas generaciones a través del uso del color y la silueta. Pocos desfiles reciben aplausos enfervorecidos sin haber terminado. Este ha sido uno de ellos.
La jornada del lunes, la primera en la que se ha presentado Alta Costura propiamente dicha, también ha versado, curiosamente, sobre lo metadircursivo: ¿para qué sirve la moda en tiempos postpandémicos e inestables? Como Mulier, Daniel Roseberry, director creativo de Schiaparelli, no ha querido apelar a discursos sociales o a referencias culturales explícitas, sino a la moda por la propia moda.
“Muchos consideran que la moda es algo tonto y frívolo, no es así, pero también deberíamos replantearnos nuestro derecho a hacer cosas bellas por el mero hecho de ser bellas”, explicaba en las notas que presentaban la colección, que ha desfilado en el museo de las Artes Decorativas.
María Grazia Chiuri en Dior también ha invitado a celebrar la vida, aunque de un modo mucho más primigenio y visceral. No por casualidad ha tomado como punto de partida la serie pictórica de una artista ucraniana, Olesia Trofymenko, titulada El árbol de la vida, un símbolo que, como explica la diseñadora, “está presente en casi todas las culturas por su carga emocional”. La idea de las raíces, el crecimiento y el florecer, además de una metáfora de lo humano, ha servido a la creadora italiana para mostrar, a través de piezas aparentemente sencillas, tradiciones textiles de distintas culturas; bordados bálticos y africanos o patchwork indígena convergen de forma sutil en una colección que, pese a ser costura, está pensada para ser llevada (“porque la costura es tradición y revolución”, explica la creadora en las notas que acompañan a la colección) y, sobre todo, para poner en valor la importancia de lo folclórico y lo ancestral. Recuperar las raíces cuando todo se tambalea “aunque sea de forma momentánea”.
Para eso sirve la moda, para cuestionar y reflexionar, pero también para escapar y sentir. Hacer la vida mejor con el valor de la belleza de la alta costura en tiempos de pandemia.
Con información de El País.